A veces he comparado este mundo en el que vivimos con un hormiguero. He paseado por calles de las ciudades, y siempre he sabido la historia de la vida de la gente leyendo su rostro. Felicidad en los rostros de los jóvenes sin preocupaciones, odio en la cara de los desdichados; ilusión en la de un recién casado, desesperación en la de un viudo, incertidumbre en la de un soltero de más de 40 años; historias de toda una vida en las arrugas de un anciano, hipocresía y repugnancia en la de los más aristocráticos. A veces me cruzo con la gente y la miro fijamente a sus ojos. Ellos apenas se dan cuenta, están absortos en su vida cotidiana, intentando encontrar solución a la, cada vez mayor, cantidad de problemas que se acumulan en su cerebro. Son autómatas. La hormiga obrera, aterrorizada por la hormiga soldado, servicial a la hormiga reina. Esa mujer, quizás esté siendo maltratada por su marido, o ese anciano podría no tener descendencia a la que enseñar sus conocimientos. El mundo es tan complejo... mientras todos sigamos pensando en nuestros problemas, jamás podremos solucionar los problemas que nos afectan a todos. Pero no soy quien para hablar, pues mientras reflexiono esto también soy un autómata, absorto en mi vida cotidiana. Quizás haya llegado el momento de pensar en voz alta, pero jamás podré mientras exista una hormiga reina y viva bajo la opresión de una hormiga soldado. Y mientras tanto tengo que dejar de pensar en mi vida diaria, porque tengo que volver a mi vida diaria. En fin...
Sk - Creando un tunel para escapar del hormiguero...
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